
Silva Henríquez fue un firme defensor de los derechos humanos durante la dictadura, brindando apoyo a las víctimas y denunciando las violaciones
Se le consideraba la voz de aquellos que no tenían voz, denunciando la injusticia y la desigualdad
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Visionario y precursor, sobrio y generoso, tímido y tenaz, hombre de acción y de oración, prudente y audaz, fuerte, tierno y delicado, este varón que hace confianza y se rodea de colaboradores tan diferentes, nos deja la imagen de un sacerdote cabal, un obispo del tercer milenio, un pastor que defiende a su pueblo y que es capaz de clamar y de llorar ¡un hombre! Todo un hombre. ¡Bendito sea Dios!
Golpe militar en Chile. Sus Te Deum durante la dictadura
Máximo Pacheco Gómez, Reinaldo Sapag Chain, Ascanio Cavallo Castro, Hernán Montealegre Klenner
Bárbara Figueroa Sandoval, Alfonso Baeza Donoso, Reinaldo Sapag Chain
"La Iglesia siempre señaló que la clave de la cuestión social es el trabajo. El hombre trabajador es el centro. Hoy, en muchos casos, eso no es así. Se lo echa fácilmente si no rinde lo previsto. Pasa a ser una cosa, no se lo tiene en cuenta como persona. La Iglesia denunció, en las últimas décadas, una deshumanización del trabajo. No nos olvidemos que una de las principales causas de suicidio es el fracaso laboral en mano de una competencia feroz. Por eso, no hay que mirar el trabajo solamente desde lo funcional. El centro no es la ganancia, ni el capital. El hombre no es para el trabajo, sino el trabajo para el hombre".
"No tener trabajo y no recibir un salario justo; no tener una casa o una tierra donde habitar; ser discriminados por la fe, la raza, la condición social... estas, y muchas otras, son situaciones que atentan contra la dignidad de la persona, frente a las cuales la acción misericordiosa de los cristianos responde ante todo con la vigilancia y la solidaridad. Cuántas son las situaciones en las que podemos restituir la dignidad a las personas para que tengan una vida más humana... Que el Espíritu Santo nos ayude a estar siempre dispuestos a contribuir de manera concreta y desinteresada, para que la justicia y una vida digna no sean solo palabras bonitas, sino que constituyan el compromiso concreto de todo el que quiere testimoniar la presencia del reino de Dios".
Carta Apostólica "Misericordia et misera" (Roma - 20/11/2016)
La Patria transfigurada, purificada de todo lo que aún la ensombrece, la Patria celestial, preparada y previvida en germen en la Patria terrenal —Chile, el de ayer, el de hoy, el de nuestros hijos, tierra bendita, tierra buena y de todos; Chile, nuestro gran amor, nuestra gran tarea, nuestro gran regalo—, ese Chile del que Valdivia escribió: “Esta tierra es tal, que para poder vivir en ella y perpetuarse, no la hay mejor en el mundo”.
Hoy traemos al Altar, como ofrenda sagrada, esta tierra de Chile con sus hombres, nuestro pueblo, sin distinción ni excepción alguna: con esa vocación de todos a ser libres; ese derecho de todos a sentirse hijos, ese deber de todos de ser padres de un nuevo Chile. Un Chile que siga siendo, hasta que Cristo vuelva, la tierra mejor que hay en el mundo. Así sea.
La CORPORACIÓN CARDENAL DEL PUEBLO decidió reeditar esta magnífica alocución que el cardenal Silva Henríquez hiciera en 1986, incorporando los comentarios acerca de su legado, que distintos actores de la sociedad nos entregan a la luz de nuestros días. Las visiones de la política, los Derechos Humanos, el mundo poblacional, el campesinado y la juventud tienen en este documento una fuente de inspiración que sorprende por su vigencia y claridad.
En una de sus partes, don Raúl expresa en este documento: "Una patria no puede echarse a andar indiferentemente por cualquier camino. La patria no se inventa, solo se redescubre y se revitaliza, y siempre en la fidelidad a su patrimonio de origen. Cuando una nación que es patria busca su sendero fuera de su tradición, su apostasía deriva fatalmente en anarquía y disolución. La patria no se inventa ni trasplanta, porque es fundamentalmente alma. Alma colectiva de un pueblo. Consenso y comunión de espíritu que no se puede violentar ni torcer, ni tampoco crear por voluntad de unos pocos. De aquí fluye con imperativa claridad nuestra más urgente tarea: reencontrar el consenso entre nosotros. Más que eso, consolidar la comunicación en aquellos valores espirituales que crearon la Patria en su origen. La historia demuestra y seguirá demostrando que solo en esta fidelidad es fecunda la esperanza".
He rogado al Señor para que estas memorias sean de utilidad y provecho en la construcción de un país de hermanos, donde impere la paz como fruto de la justicia, del amor y la libertad.
No he querido ofender a nadie: Solo he pretendido seguir al Maestro y ser fiel a su mensaje. Si alguien siente que mi testimonio lo puede herir, le ruego que me perdone.